Yo, ciudadano
Daniel Baruc: No concebirse poeta
Gustavo Martínez Castellanos
Es sacerdote anglicano, vive en
Acapulco, hace unos años se nacionalizó y aunque la prensa no hable de él,
quienes gustamos de la buena poesía sabemos que en sus libros encontraremos
siempre excelentes obras.
Para Daniel Baruc Espinal (Rep.
Dominicana, 1962) el poeta no debe concebirse sino “descubrirse poeta”. Para
alguien que escribe poemas a diario y quien desde el seminario ganaba concursos
literarios, se puede considerar que, escribir, resulta adictivo.
“Podría dejar de escribir narrativa
y hasta en un remoto caso dejar el sacerdocio, pero no la poesía. Me es
ritual”, aclara en nuestra charla. “No es mi nexo con Dios, (el sacerdocio) es
parte de la espiritualidad de la que participa también la poesía”. ¿Hay
influencia divina?, inquiero. “Sí, en la verdadera poesía se expresan los
misterios de la vida, del universo, de la carnalidad. Es epifanía. Hay poesía
mística, religiosa y confesional. Pero son cosas distantes. San Juan, Santa
Teresa llegaron al arrobamiento total” ¿Te es conocido ese arrobamiento? “Sí,
he hecho ambas” (poesías).
Para Daniel Baruc la poesía es
comunicar lo que él tiene que decir “con la conciencia de que lo que digo nadie
más lo dirá de la misma forma que yo. Alguna vez me llego a sentir como la
zarza ardiente”.
La experiencia de escuchar “la voz
del otro” la explica así: “Es muy cercana a la experiencia de la alucinación,
del apropiamiento de lo ajeno. ¿Esto escribí yo? ¿Cómo pude haberlo hecho? Es
otro goce, aunque nadie lo entiende; el autor es el otro que es el lector”.
¿Y explicar el instante? “Creo que en todos mis libros ha habido poemas con
este instante de posesión de lo infinito. En Roja iconografía de los otoños, Los
poemas de Proserpina que son vasos comunicantes a ese instante esencial.
Autor de los libros Besar los ojos del fango, Piedad frutal, A
imagen y semejanza del fuego, Espejos del Sur, Ceremonia en torno a una
ausencia (10 años de poesía), Roja
iconografía de los otoños y Poner la
mano en el fuego (premio “Internacional de cuento” 2007, publicado por el
Instituto de Cultura Puertorriqueña, libro que consta de 50 cuentos, (la
mayoría tallereados en Culturacapulco);
Daniel Baruc ha ganado los siguientes premios: “Ángela Figueras Aymerich”, Monterrey,
(1990); Estatal de cuento “José Agustín”, 2007; “Ma. Luisa Ocampo” de poesía,
2010; más 5 años de premios en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino de
República Dominicana -donde estudió. Todo ello hace de Daniel Baruc un escritor
único en Guerrero y en Acapulco.
“Guerrero y Acapulco tienen
particularidades –reflexiona- hay que ser serios en cuanto al acercamiento a la
poesía, debe hacerse con dedicación”, instruye. En tanto, sobre la cultura,
advierte: “Hay talento, hay personas valiosas. Debemos ponerle seriedad y valor
a la cultura, generar lectores voraces. El interés debe ser construir”.
Aparte de su obra, Baruc ha hecho
presentaciones de libros y ha impartido conferencias en Guadalajara, en el
Pabellón del Estado de México (3 años seguidos en la FIL), en La “Fenal” de León
Guanajuato, en Monterrey con “Verso Norte” de la UANL, en la Feria del Libro de Santo
Domingo (2011); en Victoria, Entre Ríos, Casilda y Buenos Aires, en la Argentina y en New York,
en la Feria del
Libro Dominicano (2011).
“Ser aprendiz de poeta tiene como
ventaja la pasión”, sentencia. “Disfrutarlo es parte de ingresar en ese mundo. La Iglesia me ha dado la paz
necesaria para este ejercicio que mueve, siempre mueve. Y yo, he decidido
moverme siempre hacia el aprendizaje”, finaliza.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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